Gaviota cabecinegra

 

DAHAB/SINAI 2022

Mes de febrero

Los cantos monótonos, llamando a la oración de los musulmanes al amanecer, son un buen despertador. Todavía no se mueve la gente por el pueblo cuando los primeros rayos de sol entran por el patio de la casa y los pajaritos ya están en movimiento con sus cantos. Cantos que son muy modestos por alguna razón, aunque suficientes para poder identificarlos. Por ejemplo, el Mosquitero común (Phylloscopus collybita) canta tan suave que, solo escuchándolo con mucha atención, se le identifica.

Estando en la cama, con las ventanas y puerta abiertas, es un buen momento para escuchar los sonidos de la mañana.

Se percibe el reclamo –un corto “tseck”, seguido por una serie de notas traqueteantes y rápidas– de la muy esquiva Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala).

 Algunos días, se oye el canto característico del Suimango palestino (Cinyris osea) y, con suerte, se le  puede ver fugazmente.

 Los Gorriones comunes (Passer domesticus) se mueven por parejas y tienen sus nidos en los tubos de fijación de la “arisha” (tejado de cañas) del patio de la casa.

 Las Tórtolas senegalesas (Streptopelia senegalensis), con su canto tan particular –un arrullo rápido y hueco de 6 silabas cortas–, emiten el sonido más alto y bello de la mañana; y, cuando vuelan, incluso se aprecia el sutil sonido de su aleteo.

Saliendo al patio, te puedes encontrar con la visita inesperada de una  preciosa Mariposa Tigre.

 A media mañana, en la cercana playa, los Cuervos caseros (Corvus splendens) –originalmente una especie de la India que ha llegado por vía marítima o quizás ha sido introducido– se mueven en bandos. Su graznido se oye hasta el anochecer. Cesa cuando se refugian en las altas palmeras.

En algún momento aterriza una Garceta dimorfa (Egretta gularis) y se queda largo rato pescando en el lugar elegido. Esta especie tiene dos fases, una blanca y otra gris oscura. Este año solo la he visto de plumaje blanco.

La Garcita azulada (Butorides striata) – pequeño ardeido que únicamente cría en el sur de Sinaí–, es una presencia fija. Siempre anda sola y se mimetiza a la perfección en marea baja con la orilla rocosa.

La preciosa playa de LA LAGOONA siempre resulta interesante. Ahí no hay grandes cantidades de aves, pero se ven algunos ejemplares diferentes.

La Gaviota picofina (Chroicocephalus genei) es la más representativa entre su especie.

Ejemplar joven 

Algún que otro charrán suele aparecer por ahí como por ej. la Pigaza piquirroja (Hydropogne caspia) que llama la atención por su canto bastante escandaloso.  

Pequeñas limícolas, como Archibebe común y claro, se mezclan con Chorlitejos patinegros, Chorlitos grises y alguna Garza real. Como curiosidad, la Garza real en árabe se llama El Rey de la Tristeza, debido a que casi siempre está solita.

Archibebe común (Tringa totanus)

Archibebe claro (Tringa nebularia)

Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus)

Chorlito gris (Pluvialis squatarola)

Garza real (Andrea cinerea)

La última hora de la tarde es buen momento para desplazarse al desierto, donde las Collalbas se ven fácilmente entre las rocas.

Collalba Monje (Oenanthe monacha)

Collalaba yebélica o Collalba negra de Brehm (Oenanthe leucopyga)

También algunas Tórtolas turcas se posan y la Avefría espinada a veces se dejan ver por los campos desérticos.

Tórtola turca (Streptopelia decaocto)

Avefría espinosa ((Vanellus spinosus)

Avefría espinosa (Vanellus spinosus)

Los saltamontes negros pasan su vida en los arbustos pequeños.

Al tratarse de un año más lluvioso de lo normal, han brotado muchas semillas y proliferado plantas de flores preciosas en el desierto, casi todas medicinales y cada una con sus propriedades.

La estancia de un mes da la oportunidad de contemplar la salida de la luna llena por las montañas de Arabia Saudi, al otro lado del Mar Rojo. ¡Un momento mágico!

Muchas gracias a mi hija y nieto por acompañarme en mis paseos. Algunas fotos son de mi hija quien anda algo más ágil con la cámara y disfruta fotografiando.