EL TERRENO DEL BEDUINO
Dahab/Sinaí, Egipto –
25.01.2020
Durante mi estancia en Dahab, solía
desayunar sentada en una escalera que sube a la terraza. A mi lado la cámara y
los prismáticos a la espera de avistamientos. Desde esa atalaya improvisada,
disfrutaba con la observación de las aves, en su ir y venir a por alimento al
terreno del vecino, a primera hora de la mañana. Buscaban comida entre cajas de cartón,
tuberías viejas, bolsas de plástico, verduras y arbolitos a la sombra de
palmeras altas.
Un pozo y un contenedor con agua
suponen la ventaja que atrae a las aves en ese entorno muy seco. Destacan las Palomas domésticas y las Lavanderas blancas que se balancean sobre pequeñas maderas flotantes para poder
satisfacer su sed.
Normalmente, veía una o dos
especies, pero el veinticinco de enero. viví una media hora llena de sorpresas.
Primero observé una Abubilla sentada
en el suelo, en pleno sol.
Abubilla (Upupa epops) |
Luego, me llegó el canto de una
Curruca que poco después se posó en el suelo, cerca de un tronco de palmera. Entonces,
comprobé que era una cabecinegra (Sylvia melanocephala)
Al rato, una pequeña silueta
buscaba comida en la sombra. Cuando salió a la claridad, resultó ser un
Pechiazul (Luscinia svecica).
Como punto final, unos Mosquiteros
comunes (Phylloscopus collybita) se daban un banquete con los insectos, atrapados en la telaraña de una
palmera.
Desde nuestra brumosa y a menudo lluviosa ciudad las escenas que nos decribes son como una explosión de luz y color. Vaya lujo estar sentada en una escalera saboreando un rico desayuno y ver todas esas aves casi a tus pies. Gracias por compartir esos hermosos momentos.
ReplyDeleteLo que da de sí el tener un beduino como vecino. Y pensar que uno estudió a los beduinos como nómadas del desierto y ahora, según parece, han echado raíces y las aves encantadas.
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